En la antigua Cárcel Municipal, el día de Navidad, 25 de diciembre de 1924, se celebraba un desayuno a primeros comulgantes, cuando a un niño llamado J.Guadalupe Hernández, se le derramó el champurrado sobre el mantel de la mesa, éste se manchó y tímido el niño invocó al Sagrado Corazón de Jesús, para que no lo castigaran, entonces el líquido se recogió y tomó la forma de un corazón humano, que todos los concurrentes admiraron estupefactos, y le llamaron " El Corazón de Atole". La gente creyó que era un prodigio especial, así que al día siguiente, lo llevaron al Prelado.
El suceso fué muy comentado, y se dijo que dicho corazón, comenzó a obrar prodigios; las autoridades ecleciásticas lo recogieron, y está en las oficinas de la Curía Episcopal, se cuenta con estudios de médicos, y gente que conoce anatomía ,y certificaron varios doctores, que era algo prodigioso, fuera de lo humano.
Otro suceso religiosos notable, fué la recepción que el pueblo Leonés, dió a la Cabeza de Cristo Rey, el miércoles 4 de octubre de 1950, que andaba recorriendo gran parte del País, antes de ser colocada, en el cuerpo de la figura magestuosa del Rey Divino, en la montaña de su nombre, fué conducida en un vehículo, hasta el interior de la Catedral Basílica, después de visitar parte de la Urbe. Hubo un sonoro repicar de campanas, de todos los templos, atronar de cohetes, vítores y aplausos de las multitudes, lluvias de flores y de confetis, cientos de niños vestidos de blanco, lágrimas de los devotos; en fin, todo se conjugó para dar la mejor de las bienvenidas, a la artística cabeza vaciada en bronce, con peso de 1547 kilos, y con una altitud de 2.90 mts.
Asimismo, se le despidió el 9 de octubre, y hubo una gran ovación, al pasar por la Cárcel Municipal, donde hubo escenas de llanto y emoción indescriptibles, al llegar ante los reclusos, los cuales gritaban desde las azoteas, pidiendo mil peticiones, a favor de los suyos. Así pues, la despedida fue sencillamente grandiosa, como la bienvenida.
" Santa Ana guarda un Tesoro"
Transcurrían el año de 1870, (aproximadamente), cuando en Santa Ana del Conde, la presa se desbordaba muy a menudo, causando males y desgracias. Mil soluciones se daban, mas ninguna contenía a la presa de Santa Ana.
Por ésos años, vivía en la hacienda legendaria, un labrador muy pacífico, llamado Luis y por único tesoro guardaba a un infante, Ricardito, y a su esposa fiel y honrrada. Al derramarse la presa, los albañiles edificaban las casas a otro lado de la presa para que no se inundaran; aún después que se hizo el cambio, el agua se desbordaba, nada valían los rezos de la gente de Santa Ana.
Una mañana , se juntaron los vecinos, y llegaron a la conclusión de que necesitaban un infante para detener las aguas, ( porque antaño se creía que todo mal acababa, emparedando a un infante, y las compuertas de las presas quedaban bien protegidas, por la pureza del ánima).
Así fueron con el Sr. Luis, para que vendiera a Ricardito por su ánima, y él les contestó, que no se las vendería jamás. Viendo aquellos vecinos, que se los negaba, hubo planes de obligarlo con el vino que tomara; un día lo hicieron que se embriagara; se lo llevaron muy lejos repitiéndole: ¡ a Ricardito por Santa Ana!; y sin embargo, aquél hombre en su delirio, negaba, pero fué tanta, y tan necia la insistencia, que les dijo que iría a su casa, y si en ella estaba su esposa, no contaran con el ánima de Ricardito, y si su esposa estaba fuera de casa, les llevaría al niño en seguida, y le darían el oro y la plata.
Se fué a su casa ,y al llegar vió con dolor, que su esposa no estaba, tomó al niño y lo llevó con los hombres, los cuales hicieron rápidamente la bóveda, poniendo ahí al niño, que ingenuamente lloraba. Luego pusieron la lápida.
Y se cuenta desde entonces, que en las noches sosegadas, cuando en la presa se escucha el murmullo de las aguas, trémula, triste y doliente, se oye la voz del fantasma, que no es otro, que aquel niño, el del alma pura y blanca, que grita desde la tumba, con su boca putrefacta. Es la voz ultraterrena, del Tesoro de Santa Ana...
CONCLUSIONES.
Como se ve, en el transcurso de la historia de León, se han ido presentando cambios, en sus aspectos social, ecónomico y cultural, tales cambios han ido en escala ascendente, y no se han debido al azar, sino al esfuerzo constante, de quienes han sabido ver el valioso tesoro, que representa una población, que como un diamante en bruto se puede pulir, para que poco a poco, vaya adquiriendo importancia histórica, al ir acumulando hechos que la van enriqueciendo.
Y el diamante sigue estando aquí, pero necesita de nosotros, para seguirlo lustrando, sin perder el interés por su pasado; que lo poco ó mucho que sepamos, darlo a conocer al turista que nos visita, ya que no cabe duda, que nosotros mismos, somos los mejores propagadores, de los atractivos turísticos de la Ciudad.
Pero para lograr lo anterior, ¿Qué se puede hacer?. Antes que nada crear una conciencia de lo que tenemos, no menospreciar con lo que se cuenta, sacar el mayor provecho de los puntos turísticos ya conocidos, y dar más realce a los desconocidos, por medio de pequeños folletos, medios de comunicación y muy especialmente en la instrucción escolar, para que desde niños, se vaya alimentando ese espíritu de amor y gratitud, hacia nuestra Ciudad.
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