viernes, 22 de mayo de 2015

Anecdotario de hermanos..., de Drácula.


     Cada familia tiene sus propias anécdotas, las cuales iran formando parte de su historia, algunas se platicarán durante la comida, otras en las fiestas, o en alguna charla amena en donde la memoria se nos refresque, y quizas esbozaremos una pícara sonrisa; como mi Mamá decía: "Quien solo se ríe..., de sus maldades se acuerda...", algunas probablemente se vayan borrando con el paso de los años, otras se irán afianzando, y otras seguramente formarán parte del patrimonio cultural de la familia.

     Las anécdotas familiares nos transportan al pasado, y es como si le robáramos algunos instantes a los que nos negamos rotundamente a que el tiempo se las lleve al olvido. Y precisamente, para que eso no pase, más vale hechar mano de la escritura, quien se encargará de guardar amorosamente todo ese prisma de tonalidades, de sentimientos graciosos, agradables, solemnes etc.

     Viajeros con destino al pasado..., ¡tomen sus asientos!

     Era la época del Kinder de uno de mis hermanos, al llegar de la escuela le dice a mi Mamá muy emocionado: "¡Mamá, gané una carrera!". Mi Mamá lo felicita y le pregunta: "¿Y en qué lugar llegaste?", el dice muy contento: "¡en segundo lugar!", y mi Mamá le pregunta finalmente: "¿Y cuántos eran los que iban en la carrera?", y él le contesta felíz: "¡dos!".

     En aquellos tiempos en que no había laptos, smartphones, ni tantos chunches sofisticados, a mi hermano  menor y a mí, en lo que a veces nos gustaba entretenernos, era sacar del refrigerador el molde de aluminio para hacer hielitos, y pegar la lengüa en el fierro.

     Cuando íbamos al rancho, nos gustaba buscar las clásicas piedras planas, para arrojarlas fuerte dentro del estanque, y que rebotaran en el agua.

     En una ocasión en que mi Mamá tuvo que hacer una denuncia telefónica a la Policía, no quiso dar su nombre, y lo primero que se le ocurrió cuando se lo preguntaron fué decir: "Martha Sánchez"; a mí me causó gracia, pues mi Mamá no sabía que era el nombre de una artista muy famosa en España, México y otros muchos países.

     Otro de los pasatiempos que teníamos mi hermano menor y yo, cuando teníamos como 8 años, era lavar todas  nuestras monedas, los aquellos tan famosos "cinquitos", con limón y tierra blanca, y vaya que quedaban relucientes.

     Una tarde, mientras comíamos en casa de mi Mamá, estaba de visita mi sobrina Marián, todos estábamos entre comiendo y charlando, cuando Marián que tenía 3 años aprox. le dice a Pigus: "Tía Pigus, te quielo", y todos exclamamos enternecidos:"Ahhhhh", pero Marián volvía y volvía a insistir: "Tía Pigus, te quielo", y Pigus le dice:"Gracias", pero Marián aclaró: "Te quielo..., (y señalando con su dedito), ¡en mi tacita!". Lo que ella en realidad quería, era que Pigus le sirviera té...

     Una de las fotografías más célebres de la familia, es donde mi hermano mayor, cuando tenía unos 6 meses aprox. de edad, posa felíz con una mosca en la cabeza, esa fué una mosca que pasó a la posteridad con gran fama.

     A mi hermano menor y a mi, nos gustaba jugar debajo de la mesa de la plancha, y curiosamente yo me quedé con esa mesa, la cual también mis hijos la usaron para jugar debajo de ella cuando también eran unos chiquitines.

     Cuando mi hermano Gerardo estaba en el Kinder, era muy pero muy travieso, en esa époica mi Mamá los tenía en el Transporte Escolar, una tarde en que ya era el regreso a casa el jalaba las trenzas de las niñas que iban en el asiento delante de él, y la monjita al ver que de nada servía llamarle la atención, muy molesta le dice al chofer: "Aquí baje a éste niño, que no quiere obedecer", y Gerardo le contesta sin temor alguno: haciendo una señal de cuernos con la mano: me bajas..., ¡ churrangas marrangas!

     Cuando pasaban aquellas tardes entre tranquilas y aburridas, cuando Ricardo y yo teníamos como 8 años, nos gustaba sentarnos en la entrada de la casa a esperar a que pasara "el Compadre del Burrito"

     Al tener que cuidar mi Mamá a 8 almas, y la mayoría de ellas inquietas y traviesas, era de esperarse que no quisiera sufrir de los famosos "regaderos", así que decidió guardar todos los juguetes en un solo cuarto y tenerlos bajo llave, ¡ah!, pero como la astucia infantil no tiene límites, a Ricardo y a mí cada vez que nos asomábamos por la ventana, y veíamos todos esos juguetes, era como ver el paraíso prohibído, ¡pero con lo que mi Mamá no contaba, era que la ventana era de rejillas de vidrio, que se podían desensamblar, y así nosotros cuidadosamente fuimos quitando una..., otra..., y otra, hasta que pudimos pasar y hacer la gran travesura de sacar todos los juguetes al patio del techo del comedor, esa fué una de las mejores sensaciones, pero el gusto nos duró poco..., mi Mamá subió, vió el tiradero, y así nos fué..., ¡voy por la palita!

     Como buenos niños, Ricardo y yo éramos "malos para comer", y claro que hacíamos algunas trampas; en una ocasión se nos ocurrió comer sólo el "juguito de la carne", la masticábamos hasta que quedaba una masa seca y la tirábamos por debajo de la mesa del comedor, mi Mamá creía que ya nos la habíamos acabado, pero cuando se dió cuenta de que toda estaba tirada en el suelo nos dió nuestra buena tunda. (Lástima que no teníamos un perrito, pues así seguramente sí habría funcionado...)

     Gerardo fué realmente el más travieso de todos, un día mi Mamá me platicó sus travesuras que en su momento no le causaron ninguna gracia, pero ella me las platicaba con grandes sonrisas y carcajadas. Una de ellas fué cuando Gerardo tenía como unos 6 años, y mi Mamá ya estaba tan fastidiada de sus tantas travesuras, que lo amarró a una de las macetas grandes del patio, creyendo que con eso él se calmaría, pero resultó contraproducente, pues él se movió tanto, que la maceta se cayó y se rompió, mi Mamá me dijo: ¡Que bueno que no se le cayó encima!, ese día también me platicó de la vez que Gerardo, también siendo muy chico, tiró toda la bolsa del jabón en polvo por el water del baño y se hizo una súper espuma.

     Cuando Ricardo y yo teníamos como 7 años, nos gustaba recostarnos en el piso del patio para  observar las nubes y sus formas, era tan divertido, pues creo que es una linda forma de alimentar la creatividad.

     Cuando aún estábamos todos en casa de mi Mamá, era muy divertido, pues a algunos de nosotros nos gustaba "cantar bajo la regadera", y un día que iba yo pasando por el baño verde (que después sería el amarillo), estaba uno de mis hermanos muy contento cantando una y otra vez la canción de Vicente Fernández: "La misma", yo me divertía al escuchar su tan "variado repertorio"..., pues la repetía una y otra vez...

     A Ricardo y a mí de chiquitos nos encantaba jugar con los "cochinitos", que eran unos insectos que sacábamos de la tierra de la jardinera del patio, al tocarlos se hacían "bolita" y nosotros los usábamos como si fueran pequeñas pelotas y los hacíamos rodar. También nos gustaba jugar con las lombrices de tierra, las cortábamos para ver cómo se seguían moviendo. A los mayates los amarrábamos de un hilo para hacerlos "volar" como si fueran avioncitos o papalotes.

     En la familia siempre tuvimos la curiosa costumbre de "nombrar" a los carros, pero el más famoso de todos creo que fué "El Philcado", un volkswagen verde botella que tenía en la parte del techo una calcomanía grande de "Philco". Cuando mi Papá lo vendió, cada vez que lo veíamos otra vez decíamos emocionadísimos: ¡ahí va el "Philcado"!, como si se tratara de alguien de la familia...

     No me cabe la menor duda que todos ya traemos nuestro oficio futuro, marcado desde nuestra infancia, y así pasó con Ricardo, cuando estaba chico como de 12 años, un día me encontré mi muñeca que "hablaba y caminaba" toda "despanzurrada", pues le había hecho una "operación" para ver "cómo funcionaba", también había desarmado su reloj de Mickey Mouse, para ver el mecanismo; y esas cosas que parecieron grandes travesuras,  eran en realidad la base de una Carrera muy prometedora para el futuro. Yo jugaba a hacer "pasteles de lodo", y hoy soy la pastelera "Gina Cake".

     Cuando éramos chicos a Ricardo y a mí nos gustaba cuando íbamos en coche con mi Mamá o con quien fuéramos, para pasar por la calle Chiapas para ver "la casa de los venaditos", era una casa donde había como 3 ó 4 venados, hoy no creo que sería posible que a alguien se le pueda permitir tener animalitos así en su casa.

     De chicos a todos nos gustaba practicar algún deporte, así que algunas tardes en el patio jugábamos en equipos de 2 contra 2 de Volleyball, mi Mamá pasaba miuchos malos ratos, (y con toda razón), pues nosotros ganábamos, pero sus plantas siempre "salían perdiendo".

          Como éramos tantos y si alguien ya no cabía en el coche, le decíamos:"te vas a tener que ir de Manola", como en España se acostumbraba a ir sobre el cofre del coche con vestido de Sevillana, claro que era sólo una broma, pues nos teníamos que "hacer chiquitos", para caber todos.

     Hoy cada uno ha tomado su camino, ahora cada quién irá formando sus propios anecdotarios familiares, pero el tiempo en que vivíamos todos juntos, fué sin duda alguna, de los mejores tiempos de mi vida.

2 comentarios:

  1. Me sorprendio ver que se te paso incluir al baboso que estaba escondido debajo de la cama... ja ja ja

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  2. No es que se me haya olvidado, es que acuérdate que ya lo había mencionado en el del día del niño del año pasado, pero tienes razón, vale la pena incluirlo, pues fué muy divertido. Espero que tu regalo de cumple te haya gustado. TE QUIERO CUATE.

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