Hay personas que pasan por la vida sin ton ni son, sin un fin determinado, sin ambiciones, dicho de otra manera: ni pichan, ni cachan, ni dejan batear..., y hay otro tipo de personas cuyo fin es simplemente buscar hacer el bien, ir por el camino correcto, sin estar checando que alguien vea lo que hace, para luego recibir un aplauso o elogios..., justo ese tipo de persona era Pigus.
Hablar de Pigus es hablar de alguien intachable, tierna y siempre sumida en el amor por los demás, nacida un 3 de Octubre de 1952, y bautizada como Ma. Teresa, fué conocida como "Tere", "Quica" y después "Pigus".
¿Y por qué "Santa Pigus"?..., es una historia muy graciosa, pues al ser muy tímida y demasiado modesta, a mi me encantaba hacerla desatinar diciéndole: "Mira, ya hay Santa Teresita, Santa Teresa de Avila, la Madre Teresa de Calcuta, que seguramente también será Santa algún día..., así que como ya hay tantas "Teresas", tú serás la primera "Santa Pigus", y ella me contestaba inmediatamente ¡yo no soy ninguna Santa!, ¡yo soy muy mala!..., y es de todos conocido que quienes presumen de "Santidad", suelen ser quienes albergan más demonios del Averno, y quienes dicen ser "malos", vienen siendo los Santos más tiernos que podamos encontrar.
Pigus como muchos Santos, tenía su carácter "bien puesto", no soportaba que nadie tratara mal a los niños, también ella mantenía la ideología de "si alguien maltrata a los animales, no puede ser una persona confiable", ¡hasta le gustaba la mirada de los ratoncillos!
Cuando Pigus decía ¡no!, era ¡no!, y a mí me gustaba basilármela diciéndole: "cuando tú dices que no, es no, y cuando yo digo que no..., ¡es que quien sabe!...
Pigus era una verdadera fábrica de hacer favores, si sabía que alguien tenía una necesidad, ya fuera económica, de salud o por una gran preocupación, no dudaba en ir inmediatamente en su ayuda, o hacer una llamada telefónica consoladora. Ella fué muchas veces mi "paño de lágrimas" cuando yo me encontraba con mi corazoncito partío..., y su consejo siempre era el mismo: "con el tiempo..., con el tiempo", y si veía que por la misma razón yo dejaba de arreglarme y de hacer ejercicio, me decía: "no le des el gusto", y yo reviraba y pensaba: ¡"claro que ella tiene razón"!
Nunca fué de decir groserías, pero si alguna vez las dijo, fué de manera graciosa pero firme, al ver que se cometía alguna injusticia..., y era muy de ella decir: ¡házme el ca..., favor!, no sin después ponerse colorada de la vergüenza por haber dicho la "palabrota".
Pigus era una intrépida, le encantaba llevar una vida de aventura tras aventura, a veces ir a Comanjilla con toda la "tropa del momento", otras veces ir a subir el Cerro Gordo a pie, una sola vez la acompañé, pero quedé invitada a no volver, pues en el camino se oían las serpientes Cascabel, otras veces le gustaba ir al rancho a pie, 13 Kms, que claro, con la plática no se sentía tanto, pero una sola vez la acompañé..., y ¡también me rendí!, muy buen ejercicio..., pero llegábamos exhaustos.
Cuando se fué a estudiar a E.U., iba por un año, y aguantó 3 meses, y cuando le dije que yo también quería ir, pero sólo por tres meses, me dice sonriendo: "tú dices que vas por 3 meses..., ¡pero seguro te quedas por un año!.
Pigus vivió muchos años con mi Abue Camila, y las dos hacían una buena mancuerna, pues las dos fueron seres humanos excepcionales, de los que ya no hay.
Tenía sus palabras de su uso "exclusivo", que ya sabíamos eran clásicas como: "¡me da cus cus!", "¡jolines!", "¡eres una malvavisca!", "¡eres una choteona!", esas 2 últimas me las decía cuando yo le jugaba alguna broma. Dos frases que eran "muy Pigus" eran: "¡cuídate de los aduladores!"..., y "más vale sola..., ¡que mal acompañar a alguien!".
Pigus era una persona que se condolía realmente por las penas ajenas, siempre se daba a ella misma, sin esperar recompensa alguna, o cobrarse el favor más adelante, pues cuántas veces escuchamos la expresión: "Fulanito me debe un favor...", no, Pigus nunca fué así, si hacía un favor, nunca más lo volvía a mencionar, pues cuando alguien "hace un favor", y luego te lo echa en cara, ya le restó la "Gracia" y el "Encanto".
Ella fué mi "Segunda Madre", y eso siempre lo supo, pues yo se lo decía constantemente y ella me correspondía con una de sus hermosas sonrisas. ¿Y cómo fué que la empecé a llamar así?, no sé el momento preciso, pero como desde que fuí niña sentí una gran afinidad por ella, pues siempre me protegía, nos acompañábamos a todos lados, me daba muy buenos consejos, los cuales eran muy acertados, a pesar de no haberse casado (y no por falta de pretendientes), y de no haber tenido hijos, pues en realidad era como si hubiera tenido decenas de ellos, ya que era muy niñera y muy paciente con ellos.
Pigus era mi "Florence Nightingale", pues en cuanta operación tenía, ella siempre estaba dispuesta a cuidarme.
Tenía una gran habilidad para detectar a gente de "mala entraña", no sé cómo lo hacía, pero ese era uno de sus Dones, podría yo suponer que era por su carácter apacible, cauteloso y observador.
Ella me dió uno de los regalos más importantes de mi vida: el libro de "Los Miserables" de Víctor Hugo, cuando cumplí 15 años, me conocía tan bien, que sabía que me haría muy felíz, el cual obviamente aún conservo como un verdadero tesoro, sus páginas amarillentas no niegan el paso del tiempo, y también aún conserva el forrado original, con el papel de envoltura con que ella me lo entregó. Tan importante era, que ahora tengo a mi "Cosette".
Su música favorita era: "The Carpenters", "Helen Reddy" y "El cascanueces de Tchaikovsky".
Siempre que veo la película de "La Nana Mágica", la recuerdo, pues tiene la esencia de lo que ella era, y siempre inevitablemente cada vez que aparece la escena de la nieve, rompo en llanto, pues pienso: ¡Es Pigus!, ¡Mi Pigus!
Todos los que tuvieron la suerte y la dicha de haberla conocido, no me dejaran mentir, que ella fué, un "Angel en la tierra".