El Diablo no tendría poder sobre nosotros, si no se lo hubiéramos proporcionado nosotros mismos. Nos hemos esclavizado por nuestra propia decisión.
Nos mantuvimos en silencio en lugar de hablar en favor de nuestro prójimo. Por disfrutar de una seguridad momentánea desviamos nuestra mirada, mientras era despojado nuestro vecino.
Los hombres prefieren realmente la lectura de los crímenes del asesino, a las acciones del hombre virtuoso.
Todos y cada uno de nosotros somos Abogados del Diablo; ya que cada uno de nosotros debe usar el uniforme de los asesinos y en su nombre oprimir y oprimir, hasta que el pueblo sea incapaz de sufrirnos y tenga que matarnos para librarse de las cadenas.
Los sueños constituyen la verdadera sustancia de la vida.
No es posible dominar y destruir una nación, en tanto se halle en paz y posea fuerza y respeto por sí misma.
¿Quién? ¿Quién es el enemigo ahora? Siempre el mismo enemigo. El hombre mismo. Es algo que no tiene fin jamás.
En tu dedicación no deben existir temores ni dudas.
Nunca creí en Satán, pero ahora creo. Ese mal siempre ha existido. Existirá siempre. Su mayor triunfo fue al persuadir a los hombres de que no es una realidad.
No existe un país libre, mientras un solo hombre o grupo del mismo se halle regimentado o explotado.
cuando un hombre coloca su ventaja por delante de la ventaja para el país, no es solamente avaricioso sino traidor.
Tómese al hombre, destrúyase su alma y redúzcasele a la servidumbre, y transcurrirán siglos sin que lance un solo murmullo. Pero tóquesele el bolsillo, su cómodo privilegio, y sacudirá hasta los cimientos mismos del orbe con los embates de su furor, y pondrá fuego a las ciudades, en pocas horas, semanas o meses. Despojémosle de su libertad, destruyamos su dignidad de hombre y no hará sino murmurar débilmente y después olvidar. Pero quitémosle su oro, su pompa y circunstancias, su reducido poder personal, y hasta el infierno mismo se estremecerá ante la magnitud de su venganza. ¡Qué cosa era el hombre! ¡Qué cosa despreciable y mezquina!
Siempre hay que mentir al populacho, lisonjearlo de manera que haga lo que deseamos. Una manzana para el caballo, una zanahoria para el burro, un hueso para el perro, la lisonja para el pueblo. Todo ello es una y la misma cosa. Si el pueblo poseyese alguna inteligencia, mayor, jamás habría escuchado a las lisonjas y adulaciones en el curso de siglos. Habríase valido de su cerebro. Al carecer del mismo, es necesario guiarlo como al asno, domesticarlo para el trabajo y el servicio. Si existe algún designio en el universo, el hombre vulgar ha sido creado para servir a sus superiores. Así lo han entendido siempre los gobernantes de todas las naciones.
El hombre ha hecho abandono de Dios en todo el orbe. Pero, ¿ha abandonado Dios al hombre?
Lo feo, lo oscuro y lo deforme no admiten la convivencia en el mismo mundo con la luz, la grandeza y la belleza.
Lo principal es poseer un alma que ame la verdad y la atesore una vez encontrada.
Una nación sin honra ni respeto de sí misma tiene que caer.
El día en que permitan otra vez que hombres abominables confisquen su libertad, su dinero, su vida y propiedad privada, su hombría y su honor sacrosanto, en nombre de la "seguridad" o de la "emergencia nacional", ese día morirán y nunca jamás volverán a ser libres. Si los conspiradores vuelven a destruír su república, lo harán a través de su avaricia y su asentimiento ignorante, su desinterés por los derechos del prójimo, su apatía y su estupidez. Fuimos llevados al borde de la muerte y la oscuridad universal ´porque nos habíamos convertido en el pueblo más despreciable y sumiso. Mantengan viva su cólera justa contra los traidores, contra quienes deseen abrogar su constitución, contra quienes los conduzcan a la guerra con falsos estribillos y astutas invocaciones a su patriotismo.
Porque, recuerden, si mueren en la prisión, ustedes mismos la habrán levantado. Si sus hijos son reclutados a la fuerza, ustedes mismos habrán redactado el escrito. Si algún grupo de hombres perniciosos y malignos vuelve a asumir el controlar sus vidas, ustedes mismos le habrán procurado ese control. Al colgar a sus enemigos, se colgarán a ustedes mismos.
Los pueblos son siempre responsables de los individuos perversos que redactan las leyes, de los opresores, explotadores, criminales que forman parte del gobierno, tiranos que usurpan el poder, ladrones, embusteros, malhechores y asesinos de las capitales del mundo. Ustedes, el hombre del llano, el de la fábrica o el comercio, el oficinista, el hombre de todas partes, son culpables de los individuos cuyos crímenes contra ustedes han sido tan monstruosos y volverán a serlo, con su propio consentimiento... si les otorgan poder.
No invoquen a Dios, si repiten sus espantosos errores: ¡Líbranos, Señor, de este mal! Más bien, orad: ¡Perdónanos , Señor, porque hemos pecado!
El hombre prudente desconfía de su prójimo. El hombre más prudente desconfía de sí mismo y de su prójimo. El más prudente de todos desconfía de su gobierno. En consecuencia, manténganse despiertos y vigilantes; sean fuertes, valientes e intrépidos. Éste no es el fin. Los villanos intentarán esclavizarlos una y mil veces hasta el final de todos los tiempos. En sus manos está el derrotarlos y destruírlos, cuando y donde quiera que aparezcan. Si no lo hacen, ¡Qué Dios se apiade de sus almas!
Homo hominis lupus.
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