Tres días antes, ni yo, ni ninguno de mis hermanos y mucho menos mis hijos, podríamos haber imaginado el infierno que se avecinaba..., mi Mamá compró una bolsa de panes miniatura y me ofreció algunos para mis hijos y para mi, yo sabía perfectamente el gusto insaciable de mi Mamá por el pan, pues de lo mismo padezco yo, así que sin pensármelo dos veces, tomé la mitad de los panes, sabiendo que le estaba ayudando a "no caer en la tentación" de comércelos todos, disfrutó sus panes, disfrutamos los nuestros; pero al día siguiente, cuando regresé de recoger a mis hijos de la escuela primaria, Cosette de 6 años y Dany de 8, Pigus me dijo que mi Mamá había amanecido "malita de su estómago", la fuí a ver y estaba en su cuarto sentada a la orilla de la cama, vomitando, no me dió asco, pues fué ella precisamente quien me enseñó (sin ella darse cuenta), que cuando uno ama tanto a una persona, su vómito no causa tanta repulsión como el de un desconocido, y ella siempre que yo llegué a vomitar estuvo junto a mí, y jámas expresó un "¡guácala!". Después de que se recuperó un poco, comencé a preguntarle a mi manera de broma, para no hacerla sentir más mal..., " A ver Amá ..., confiesa tus pecados..., ¿Cuántos panecitos te comiste?..., ella voltea a su izquierda donde yo estaba, y con una dulce sonrisa me contesta: "todos"; ni Pigus ni yo nos preocupamos tanto, pues sabíamos que era una mujer fuerte, y que cada vez que se enfermaba pasaba sus "días malos", y luego volvía a la "batalla diaria".
Le comenté a Cosette que su abuelita estaba enferma, y ella inmediatamente me preguntó que si podía ir a cuidarla por la tarde, y le dije que sí, mi Mamá siempre quiso mucho a Cosette, y en una ocasión me dijo: "Es muy inteligente", así que mi Mamá agradeció tanto que la cuidara, pero más que cuidarla, era hacerle compañía.
Al día siguiente, fuí a verla y seguía malita, me dió un billete de $50 pesos, y me dijo: ten para que compres verdura, aún recuerdo cómo me rindieron, y volví con una gran bolsa llena de verdura y también fruta, de la cual le compartí una parte; antes de ir a recoger a Dany y a Cosette a la escuela estábamos platicando de ellos, y le pregunté ¿Mamá? ¿Por qué no quieres a Dany?, y ella me respondió con una gran dulzura: "Sí lo quiero", en ése momento yo no sabía la importancia que esas palabras iban a tener por el resto de mi vida, pues realmente sentí que me había liberado de un gran peso, al dejar de pensar que mi hijo era menos querido, pues para una Madre sus hijos son los mejores.
Me fuí a recogerlos a la escuela, y Cosette me preguntó: ¿Cómo está mi Abuelita?, y le contesté:" todavía sigue malita", y me volvió a decir si la podía ir a cuidar otra vez, y le dije que sí, Pigus le había preparado la comida, algo ligero, verdura y pan tostado, me pidió si se la podía llevar al cuarto de Fany, pues estaba ahí por la comodidad de tener el baño cerca, me comentó que Fany la había llevado con el Dr. Abraham, y le dijo que tenía principio de neumonía, y que era no solamente conveniente, sino necesario que se le internara en el hospital, y le pregunté:¿y por qué no te hospitalizaron?, y ella me contestó con voz tierna: "Es que no quiero dar problemas", la dejé comiendo..., y al bajar las escaleras tuve la necesidad de voltear a verla..., sin saber que ésa sería la última vez que la vería con vida; fui por Cosette, y ella se quedó acompañándola después de comer, y se acostó junto a su abuelita para cuidarla.
Mientras, yo me había regresado a la tienda, pues estaba preparando lo de la venta en el Tec., era año de Olimpiadas, y recuerdo que estaban pasando gimnasia rítmica con listones, cuando entra Pigus gritando en la tienda y me dice: ¡Mi Mamá está muy mal!, ¡Tomasita y yo escuchamos un golpe, y pensamos que Cosette se había caído de la cama!, ¡Pero fué mi Mamá la que se cayó!. Salí rápidamente con ella, pero ni idea tenía de lo que me esperaba, era una imagen completamente Dantesca, todo de repente se convirtió en una pesadilla, como "irreal", ví a mi Mamá tirada en el suelo, "aparentemente inconciente", con su cabecita atorada en el espacio del descansabrazos de un sillón, no dabamos crédito a lo que veíamos, yo comencé a gritar como loca: ¡Mamita! ¡Mamita! (era la primera vez en la vida, que la llamaba así), en mi desesperación busqué el alcohol, y recordando como ella siempre que yo me sentía mal, o me desmayaba, me ponía alcohol en la frente y en la nuca, hice lo mismo, pero como no volvía en sí, yo le ponía más y más y brincaba de un lado para otro, y salí a la calle como loca a pedir ayuda al Sr. de la tienda de bolsas, él fué
inmediatamente y le desatoró su cabeza del sillón, yo había llamado a Gerardo, a la Cruz Roja, a Fany, pero no contestaba, (por favor, no mantengan sus celulares apagados, pues son una herramienta esencial , al menos hay que mantenerlos en vibrador, por alguna emergencia de vida o muerte), yo en mi desesperación, intenté darle respiración de boca a boca, pero todo parecía en vano..., llegó la Cruz Roja y pensé: ellos harán lo correcto..., Cosette estaba sentadita en la cama con ojos de modorrita y en su inocencia no sabía lo que estaba pasando..., recordé que había dejado solo a Dany, me fuí con él esperando que los paramédicos harían todo por ella..., pero al asomarme por la ventana, ví que la Cruz Roja se iba..., y grité y corrí desesperadamente repitiendo: ¡ya valió!, ¡ya valió!, ¡ya valió!..., pues yo sabía perfectamente lo que eso significaba..., había muerto..., en ese momento recordé que Cosette se había quedado allá, y fuí por ella, al querer entrar a la casa ya había policías y me preguntaron mis datos, cosa que yo agradecí, pues en la confución no se sabía si personas ajenas podrían aprovecharse de la situación, y llevarse a Cosette; me la llevé a la casa, yo no daba crédito a lo que estaba pasando, ví cuando llegó Fany, que por fin en el Tec., le dijeron que había una emergencia con su Mamá, pero ella no se imaginaba que era de tal gravedad, ví como al ver a los policías preguntó: ¿ya murió?, fué a su cuarto, eso yo no lo ví, pero podíamos escuchar desde la tienda como gritaba: ¡Mamá!, ¡Mamá!, ¡Mamá!, Pigus Tomasita y yo no acabábamos de entender lo que acababa de pasar, llegó la Cruz Verde y ví como la sacaban en una camilla, envuelta en sábanas blancas, era la última vez que salía de su casa..., y así se demostraba una vez más, una de sus tantas frases sabias: "Siempre hay una primera ..., y una última vez..., para todo"
Llegó la noche, no fuí al velatorio nocturno, pues me tenía que quedar con Dany y Cosette, esa noche recuerdo que todo era como una película de terror, como si estuviera dentro de un sueño..., un muy mal sueño, no podía dejar de pensar en ella..., y en la idea de que JAMÁS, la volvería a ver en ésta vida..., ni abrazarla, ni besarla, ni volver a platicar con ella, ya no vería crecer a mis hijos..., en fin éra toda una vorágine de ideas que envolvían completamente mi mente..., y yo no podía comprender..., el duelo, había comenzado..., la negación, el enojo, la impotencia, el pensar:" hubiera hecho ésto, hubiera hecho lo otro"..., pero ya nada se podía hacer. Yo me repetía: ¡ Mi Mamá no se murió! ¡Mi Mamá me fué arrebatada!
A la mañana siguiente nos "arreglamos", si es que se le puede llamar arrreglarse a ponerse lo que se encuentre de color negro..., ni al caso pintarse, primero, ningún ánimo de hacerlo y el llanto constante..., en realidad ni me pasó por la mente, lo único que en ella ocupaba era que mi Mamá se había ido..., y jamás volvería. Antes de irnos a la funeraria: Cosette me dice muy triste: "Mamá mi Abuelita se murió por mi culpa, porque yo no la cuidé, porque me quedé dormida", yo inmediatamente le contesté con voz dulce y firme a la vez:: ¡No mi amor! ¡No vuelvas a decir eso!, tú no tienes ninguna culpa, no sabemos que fué lo que pasó, tú la fuiste a cuidar, y ella siempre te lo va a agradecer.
Al llegar a la funeraria y ver el féretro, a mis hermanos, primos y primas, aún no entendía que era lo que pasaba, era una sensación tan extraña, me acerqué, y por segunda vez en mi vida, vería a alguien dentro de un féretro, la primera vez fué en contra de mi voluntad, en el Mayllén, donde nos obligaron a "ver" a la Madre Rebequita, es una imagen, que a pesar del paso de los años, aún mantengo como fresca en mi mente, pero ahora era completamente diferente..., nadie me estaba obligando, y se trataba nada más y nada menos que de mi Mamá, quien me había dado la vida..., no sentí ni miedo, ni aversión, sólo amor y una profunda tristeza, es una imagen que jamás olvidaré..., se veía serena, y sentí la necesidad de darle un beso póstumo, pues ya nunca más volvería a tener la oportunidad de hacerlo..., al besarla, fué una de las sensaciones más extrañas de mi vida, pues era como si hubiera besado un metal frío, era ese frío que tantas veces había escuchado en referencia al frío de la tumba, la lápida..., yo quedé si se puede decir "tranquila", y muy sorprendida de mi misma, pues al morir primero mi Papá, un año antes, no quise verlo en el féretro, pues él siempre decía: "Yo prefiero recordarlos, como eran en vida", pero en éste caso era totalmente diferente..., aún recuerdo cuando Ricardo, mi hermano menor, al verla en el féretro le dijo llorando y con una linda sonrisa a la vez: ¡Hasta muerta te vez bonita...!
Llegó el momento de darle sepultura, y una vez más sus palabras volvieron a hacer eco dentro de mí: "No hay día que no llegue..., ni plazo que no se cumpla", tal como ella lo decía, en ese momento no pude resistir la terrible idea de ver como la tierra la cubriría..., y mejor me alejé, ahí sí sentí que no podía más...
Al terminar y volver a la casa, completamente aturdida, lo normal habría sido llegar a recostarme para tratar de despejar mi mente, pero todo lo contrario, tenía un pastel pendiente por entregar al día siguiente, ya lo había horneado, pero faltaba el decorado, nada más y nada menos que "La Cenicienta", el pastel que varias veces le había comentado a mi Mamá que era "mi coco", pues como cinco veces lo había hecho, y no me acababa de gustar cómo quedaba, y yo insistía que en lugar de "Cenicienta" más bien parecía "Freddy Krueger", mi Mamá sonreía y me decía: "No seas tan dura contigo misma". Así que pensé: " Máma éste pastel te lo dedico a tí, en donde quiera que estés", comencé a decorarlo..., y al mismo tiempo también comencé a derramar lágrimas, no sé cómo le hice para sacar fuerzas para hacerlo..., pero recordé que la imagen que yo tenía de mi Mamá era la de "una verdadera Guerrera", en toda la extención de la palabra, y ella me había enseñado a que hay que ser responsable; al terminar el pastel, quedé tan sorprendida, pues era la Cenicienta más hermosa, de todas las que había hecho...
Y el tiempo ha pasado..., días, semanas, meses y años..., 10 largos años, pero no hay un sólo día de mi vida, desde ese fatídico 26 de agosto, en que no recuerde a mi Angel..., que tuvo que volver al cielo, aquel día...
Pericles !!!!
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