Nació un 6 de abril de 1923, en el rancho de "San Rafael", o "San Rafáil", (como él decía), en San Julián Jalisco, hijo de Leonides Ramírez, y Francisca Muñoz, quedó huérfano de Madre a los 7 años.
No tuvo oportunidad de ir a la escuela, pero a pesar de no haberlo hecho, era una persona con dotes de negociante, y excelente para hacer cuentas con la mente, nos decía: ¿Para qué quieren esa maquinita?, refiriéndose a la calculadora, si lo pueden hacer más rápido sin ella?..., y él nos sorprendía a la hora de hacer cuentas.
Cuando mi Papá tenía aproximadamente 16 años, mi abuelito Leonides, lo mandó a León a que llevara un cargamento de verdura para vender, así lo hizo, pero como estaba en la "Edad de las travesuras", se le ocurrió gastar el dinero de la venta, en una feria, y todo lo gastó en juegos, al ver que ya no tenía dinero, le dió miedo regresar y decir a su Papá lo que había hecho, y así decidió quedarse en León, para evitar "El gran regaño". Pasó algunos días viviendo en la calle, pero como era una persona que no se daba fácilmente por vencido, habló con un señor, y le dijo si le podía ayudar, el señor le dijo que sí, que le vendiera unos puerquitos, (como 2 ó 3), y a él le daría una parte de la ganancia, los puerquitos estaban muy flacos, y el señor sabía de antemano que seguramente no los podría vender, pero mi Papá los ofreció tan bien, que se los pagaron a muy buen precio; regresó con el señor y le entregó el dinero, el señor quedó tan sorprendido y complacido, que le dijo: "Quédate con todo el dinero", mi Papá pudo haberlo gastado otra vez en los juegos de la feria, pero había aprendido la lección, y lo que hizo fué comprar otros puerquitos, y los vendió otra vez a muy buen precio.
También por esa época, por los 40´s, había una carnicería llamada "La Madrileña", donde trabajaban mis Tíos Rodolfo y Pepe, (ellos eran los dueños), hermanos de mi Mamá, y mi Papá trabajaba para ellos de "mandadero", ahí fué donde mi Papá le hizo "ojitos" a mi Mamá, (que era la cajera), y se enamoró de ella, pero a mis Tíos no les pareció, y le dijeron que no tenía nada para ofrecerle, así fué cuando mi Papá se puso a trabajar tan arduamente, que compró el terreno al lado, y construyó su carnicería junto a "La Madrileña", y la llamó "La Babilonia", y fué tal su éxito, que los clientes de "La Madrileña", se cambiaron a "La Babilonia", pues mi Papá tenía el "don", era carismático y tan buen vendedor, que hoy en día pienso: "Mi Papá así vendiera piedras..., las mismas que le comprarían", (los que lo conocieron no me dejaran mentir), volviendo a la historia, fué tal el éxito de la carnicería "La Babilonia", que "La Madrileña" quebró, y desafortunadamente tuvieron que cerrar.
No pasó mucho tiempo, cuando se casaron mis Papás, en el Templo del Inmaculado Corazón de María, ella lucía espectacular, y él muy guapo, era una pareja tan bien parecida, que hoy en día sería considerada muy "Hollywoodense".
Pasó el tiempo, y mi Papá dejó la carnicería "La Babilonia", para dedicarse a su segunda aventura, como empresario y se dedicó durante más de 10 años, a los Palenques de Gallos, el principal era León, pero también tenía el de Silao, Celaya, Guanajuato entre otros. Una de tantas anécdotas de cuando iba yo al Palenque, fué una noche en que yo tenía mucha hambre, y le pedí que me regalara un plátano del restaurante del Palenque, y él me dió el más obscuro, casi parecía miel por dentro, yo pensé: "Por qué me da el plátano más feo, si soy su hija", yo no me lo comí, pero más tarde mi Mamá me explicó, como él mismo me dijo, que esos son los mejores; aquí la moraleja es: "Un Padre a veces aparenta dar algo que no nos gusta, pero él sabe que es lo que nos conviene, yo ahora entiendo, que su intención era la mejor.
Con el tiempo dejó el Palenque de Gallos, y lo cambió para emprender su nuevo negocio, que fué el rancho, donde el fué el hombre más felíz del mundo, pues amaba el campo, que le recordaba su infancia en su querido "San Rafáil", (como él decía), en una ocasión iba yo con él llegando al rancho, y le pregunté: "Apá, ¿Cuál es tu color favorito?", y me contestó muy seguro: "El verde..., porque es el color del campo". En otra ocasión llegamos él y yo al rancho, y había llovido tanto, que no se podía llegar más que a caballo, así que yo le esperé dentro de la camioneta, y como tardaba, pensé: "Me voy a dormir un rato..., y cual fué mi sorpresa, que me habla mi Papá y me dá tremendo susto..., pues abro los ojos, y que es lo primero que veo..., ¡La cabeza del caballo metida por la ventanilla de la camioneta, y casi sobre mi cara!, en el momento fué un gran susto, pero después los dos terminámos riéndonos de su ocurrencia.
Todos los domingos, tuvimos la costumbre de ir al rancho, y pasarlo en familia, a mi Papá le encantaba que fuera mucha gente, entre amigos y parientes, a los que él se refería como: "Palomilla", era una de sus frases favoritas:"Me gusta que venga mucha palomilla".
Pasábamos tardes muy amenas, después de comer, a veces carne asada, que a él mismo le gustaba preparar. Le gustaba jugar Scrabble y dominó, para el cual era un buenazo, pues sabía que fichas tenía cada quién. Era un gran conversador, pasábamos tardes escuchando sus historias, y anécdotas de su vida, y nos hacía reír con su forma muy peculiar de platicar, a mi siempre me encantó escuchar a mis maestros de Historia, y él fué realmente todo un Maestro, y también en ése aspecto tenía el "don". Le gustaba que siempre hubiera una Hamaca, para pasar la tarde escuchando música de "Atardecer Ranchero", y él mismo se ponía a cantar, a veces la de "Dos Arbolitos", y no porque fuera mi "Apá", pero "No cantaba tan mal las rancheras", si hubiera querido ser cantante, no le habría ido nada mal; mi Tía Josefina, una de sus hermanas, me platicó que mi Papá de joven, en una ocasión, se puso a bailar en la calle, y hasta gente se reunió alrededor de él animándolo, mi Tía decía que él era realmente carismático.
Cuando éramos chicos Ricardo y yo, (como unos 12 años), nos encantaba ir al rancho, con mi Papá en la camioneta Chevrolet color cremita, era toooda una aventura, nos íbamos por el camino a Santa Rosa, pasábamos por San Pedro del Monte, donde estaban "Los Loquitos" (Así decíamos todos), y nos gustaba decirles adiós, pues ellos primero nos saludaban con sus manos en alto, y hasta allí se acababa la carretera pavimentada...,¡ y comenzaba la emoción !, mi Papá le daba "A toooodo" a la camioneta, por la merita orilla del camino de "Tepetate", que es una tierra blanca muy finita, y levantaba "una de polvo", que no se veía prácticamente nada para atrás, y Ricardo y yo decíamos: "Mira, parece que se están cayendo las nubes"..., para nosotros era súper divertido, aunque si iba algún coche detrás de nosotros..., no creo que lo disfrutara mucho, llegábamos todos enterregados, pero ¡Felices! Cuando yo ya fuí más grande, y me llegó la vanidad, en una ocasión en que íbamos mi "Apá" y yo, llegando al rancho, le dije: "¡Súbele al vidrio, para que no se meta la tierra!", y él me contestó serenamente:"Es tierrita limpia", y desde esa vez, ya no me importó, pues creí que él tenía razón. Recuerdo tantas cosas con las que nos divertíamos en el rancho, algunas de ellas son: aquellas idas al estanque, darle la vuelta y escuchar a las ranas, echándose un chapuzón al sentir nuestros pasos, la clásica escalada al árbol de mora, para cortar nuestras moras y comerlas inmediatamente, las tunas que mi Papá cortaba el mismo, y las compartía al estilo "partiendo y comiendo", mientras estábamos sentados en el portal. Durante el mes de septiembre era muy emocionante para nosotros cortar un buen número de Lampotes, (especie de margaritas silvestres), con los que íbamos durante la noche, al "Combate de Flores " del 16 de septiembre y que mi Papá disfrutaba tanto como nosotros. Otro grato recuerdo del rancho de cuando yo era niña, es cuando me encantaba ver cuando regaban los surcos, "a la antigüita" de "uno por uno", para mi era todo un evento ver como mi Papá, con una pala iba moviendo la tierra, para que por orden, el agua siguiera su camino.
Para mi él era mi "Apá", y para él yo era "Petroncia", no sin antes haber sido "La Viruta", pues de chiquita me decía así por delgadita, para mí siempre fué un honor que me llamara así. Una vez que me fué a recoger a la Universidad, y aún no había camino pavimentado para llegar a ella, quedó mi Apá en ir a recogerme, y siempre fué una persona muy puntual, siempre decía: "Ser puntual, no es llegar antes o después, sino a la hora en punto", y así lo hacía, pero esa vez algo se le atravesó, y llegó un poco tarde, y entonces mis compañeros se ofrecieron a darme un "raite", y les dije que sí, y nos subimos como unos 6 en la parte de atrás en la cabina de una camioneta, cuando apenas bajamos el cerro, y llegamos a la glorieta, veo que viene "mi Apá" y le grito ", ¡¡¡Apá, acá estoy!!!", y él me contesta también gritando: "¡¡Petroncia!!", y todos se empezaron a reír a carcajadas, y me decían: ¿Cómo te dijo?, y yo muy orgullosa les contesté: "PETRONCIA", y me bajé de la camioneta, y felíz me fuí con él. Recuerdo que en los 4 años que estuve en la Universidad, por lo menos la mitad de las veces, él me llevó, y se tenía que venir del rancho, yo entraba a las 7 a.m., y NUNCA llegué tarde, de verdad, es la persona más puntual que he conocido en mi vida. Para terminar de hablar sobre los apodos que le encantaba poner, no debo olvidar que Ricardo era "El Jarocho", y más tarde cuando ya fuí madre, mis hijos fueron: "El Chirriscuil" y "La Chirinita".
Mi Papá era tremendo..., cuando iba manejando, y veía atravesando la calle a alguna viejita, en vez de darle más lento, le daba más rápido para "acarrerearla"; y cuando llovía a torrenciales, le encantaba mojar a todos cuantos podía, que iban por la banqueta, yo sé que éstas dos cosas no están bien hechas, y nunca me lo parecieron, pero él así era, tal vez no lo hacía de "mala, mala intención", sino que fué alguna "travesura del momento". Se sabía de memoria el tiempo que duraba cada semáforo, y cuanto "bache"..., había en el camino. Un día que lo acompañé a San Julián me dijo de broma: ¿Sabes por qué la tierra de Jalisco es roja?..., y yo le contesté que nó sabía por qué, el me contestó: ¡Esta "roja de vergüenza", por tanto joto que hay!
Cuando yo era niña, como de 6 años, me encantaba pedirle "un peso", cada vez que lo veía, y en cuanto él me veía me decía: "Ten un peso...", pues sabía que yo le pediría eso. Cuando me casé le pedí un consejo, para poder administrarme bien, y me dijo: Por cada peso que ganes, ahorra 80 centavos y gasta 20 centavos, pero después añadió: Yo sé que tú con "tu situación" no puedes, pero aún así trata de ahorrar lo más que puedas.
Algo que siempre recordaré de él, fué el día que me llevó un pan, me lo ofreció entre sus manos, pues yo no quería comer, a causa de una "desilución amorosa", y él tiernamente se acercó y me dijo: "Toma Petroncia", y no me pude resistir, y creo que es una de las veces en que más he disfrutado comer un pan, era de los que traen un papelito encerado y con nuez, y hasta el día de hoy..., ése es mi pan favorito, y siempre que lo como me acuerdo de él. También con referencia al pan, un día llegó mi Papá del rancho, por la noche y había comprado una bolsa de puras conchas, y antes de regresarse al rancho , me ofreció que tomara las que yo quisiera, y decidí tomar 2 , una para mi "Amá" y otra para mí, cuando llegó la hora de la merienda, me encantó tanto mi concha, que me comí también la de mi Mamá, y hasta el día siguiente le platiqué, pero no se enojó, pero yo quedé con una "obsesión", pues esas eran, ( y han sido hasta el día de hoy), las mejores conchas que he probado en toda mi vida, así que le dije a mi "Apá", que si podía comprar de ésas para el domingo que fuéramos al rancho, (como todos los domingos), y él emocionado dijo: "Claro que si Petroncia", al llegar al rancho me enseña una bolsa llena de conchas..., pruebo una y le digo:"No Apá, ésta no es de la misma del otro día", y desde ese domingo intentó llevar conchas, para ver si le atinaba cual era la que yo había probado, pero nunca volví a probar una igual..., él cada domingo llevaba una bolsa de conchas, y me miraba pacientemente para ver que le diría..., pero fué un "Dilema jamás resuelto...", y es que él acostumbraba comprar pan, de muchas panaderías de la ciudad, y nunca se pudo acordar de cual de ellas fué, que las había comprado aquel día..
Mi Apá era una persona muy "dramática", (ya sé de dónde saqué lo "dramática" que yo soy), pero lo era de una manera muy simpática, en alguna ocasión, el se estaba quejando de que tenía ya "tres días sin comer", y yo me creí que era cierto, y me empecé a mortificar, pero luego Pigus tiernamente me dice con voz baja: "No te creas, hoy en la mañana fué a almorzar a "Las Monjas"", y terminábamos riendo juntas..
Para Ricardo y para mí, cuando éramos niños, era tooodo un suceso ver a mi "Apá" lavarse las manos, cuando llegaba del rancho a "La Colima", en cuanto veíamos que se metía al baño verde, nos íbamos tras él, y lo observábamos, cómo lo hacía con mucho jabón y mucha parsimonia, hacía muchísima espuma, que luego según nosotros, se convertía "en chocolate"...
Cuando aún vivía mi Abue Camila por la Antillón, estaban mi Papá y ella platicando, y yo les dije que ya me tenía que ir, pues iba a casa de una amiga, y mi Apá me pregunta: ¿Llevas dinero?, y le contesté: "No, no me hace falta", y él me dijo: "Nunca hay que salir a la calle sin dinero", y me dió un billete de $20 pesos, y desde ése día, he tratado de seguir su consejo.
Otro día, cuando mi Abue vivía por La Merced, en el departamente de arriba de la Paletería, estábamos ella y yo platicando, y llega mi Papá muy triste, pues el doctor le acababa de diagnosticar con diabetes, y le había dicho que ya no podría comer: papas, tortillas, frijoles, pan etc. etc., y mi Abue inmediátamente le dice: "No le hagas caso, tú come de todo, pero con medida...", y así lo hizo..., y vivió 30 años más.
La única vez que ví a mi Papá llorar, cuando yo era chica, fué una vez que íbamos él y yo a San Julián, y escuchó una canción en el radio, y se le empezaron a salir unas lagrimitas, y yo lo noto y le pregunto: ¿Por qué lloras Apá?..., y él me contesta: "Es que me acabo de acordar de mi Mamá"..., y ese fué un momento muy conmovedor.
Cuando yo estaba en la Universidad, era muy fanática del grupo "Culture Club", y me encantaba "Boy George"; así que un día decidí disfrazarme de él, y estaba yo en el cuarto de mis hermanos, en la planta alta de la casa, y llegó mi Papá del rancho y tuve que bajar a la sala para saludarlo, ( en ese tiempo , todavía lo saludaba besándole la mano, pues mi Mamá así nos acostumbró), y bajé sigilosamente las escaleras..., medio tapándome con la sombrilla", (pues así andaba el artista), y cuando me vió sólo me dijo: "Hay Petroncia...", pero no me regañó.
Cuando comenzaron a usarse los CD´s, mi hermano Toño vino de Monterrey, y le dice a mi Papá: "Te voy a quemar tus discos", y mi Apá espantado le dice: ¡¿Por qué me quieres quemar mis discos?!, y mi hermano le explicó lo que quería decir en realidad. En otra ocasión, le dijeron mis hermanos que le llevarían "Ropa térmica", y mi Papá les contestó: "Nomás faltaba..., que me quisieran conectar hasta los calzones, a la corriente eléctrica", y le explicaron que no se trataba de eso, y fué algo muy chistoso para todos.
Sus expresiones usuales eran: "Bueno, bueno, bueno...", cuando iba a llamar la atención a alguien; le gustaba decir: "Hijo de la Guayaba" y a Ricardo, mis primos y a mí, nos daba mucha risa. Otra expresión muy de él, cuando se caía un niño chiquito era: "Déjalo..., así crecen...,¡ a carajazos!", una de sus canciones favoritas era "Humo en tus ojos".
Hoy se habla de "Emprendedores"..., "Visionarios"..., pues mi Papá..., sin temor a equivocarme..., fué uno de ellos.
Y..., se preguntarán..., ¿Quién es ese "Don", con el "don", pues ni más ni menos que Don Celso Ramírez Muñoz, para mí..., ¡Mi Apá!
Muríó a los 80 años, a consecuencia de la diabetes, un 20 de julio de 2003. Y quien lo haya conocido, no podrá evitar decir..., "Don Celso fué..., ¡TODO UN PERSONAJE!
TE PRESTARÉ UN TIEMPO A TUS PADRES...
Te prestaré un tiempo a tus Padres,
para que los ames mientras vivan
podrán ser 10, 20, 30 años o más
hasta que los llame.
Te pregunto: ¿Podrás cuidarlos?
Quiero que aprendas a vivir con ellos,
les he buscado unos hijos, y te he elegido a ti.
No te ofrezco que se quedarán para siempre,
sólo te los presto.
Ellos te darán ternura, y te darán alegría
por tenerte. El día que les llame, no llorarás
ni me odiarás porque los regresé a Mí
Su ausencia corporal, quedará compensada
por el amor, y por los muchos y agradables
recuerdos.
Ten presente, que si algo te entristece,
que si el golpe del dolor te hiere algún día,
tu pena es mía, y así, con todo esto tu luto será
más llevadero, y habrán de decir con agradecida
humildad:

¡Hágase Señor tu voluntad! ¡TE QUIERO APÁ!
Se podria escribir una enciclopedia con las memorias de Don Celso. Gracias Flais.... como dice la cancion "No pares, sigue sigue" !!!!!
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